Efectivamente, los padres pueden tener la sensación de encontrarse delante de unos hijos desconocidos. Hasta hace poco era obediente, cercano y fácil; ahora se ha vuelto arisco y difícil, y sobretodo, desconcertante. Y lo que más duele es haber perdido la comunicación y sentir que los hijos pasan.
Se ha producido un abismo entre los adultos y los jóvenes. A menudo, ellos dicen que están hartos de nosotros. Cargados de obligaciones, de tareas, de actividades... El adolescente está constantemente observado, evaluado, vigilado, de si hace los deberes, de si se droga, de si se cuida para no quedarse embarazada, del contagio de infecciones y de la SIDA... Es una presión fuerte que a menudo se plantea de forma imperativa: “hablemos”, “dime qué te pasa”, y que puede generar que los jóvenes huyan de la presencia constante de las expectativas de los adultos.
Vivimos en un ambiente de desconcierto respecto a la función de la autoridad, de lo que está permitido y de lo que no, con unos límites difíciles de establecer. En los padres y los profesionales de la educación y de la salud recae esta responsabilidad, y también sobre los propios adolescentes y jóvenes.
Estamos en un momento en qué es necesario innovar, marcar nuevas reglas de juego y ajustarnos a la actualidad reconsiderando las posturas de los adultos y los jóvenes.
La crisis de la adolescencia
El mismo proceso de la adolescencia comporta la necesidad de alejarse de la dependencia de los padres para encontrar nuevos modelos fuera del ambiente familiar y, a la vez, la angustia de perder la protección de los padres. El adolescente quiere apoyarse cada vez menos en los padres y va realizándose en su propio mundo y en el grupo de amigos.
A veces, el hecho que el adolescente vaya en grupos atípicos, aparece como una inevitable respuesta ante una vivencia insatisfactoria en el marco familiar y, en el particular, por la angustia que le produce su futuro.
La pubertad: un cuerpo nuevo
Este período, el cual empieza el desarrollo sexual y la aceleración del crecimiento, es diferente según se trate de los chicos o de las chicas. Las chicas tienden a iniciarlo antes y algunos empiezan muy pronto y otros más tarde. Estas diferencias afectan a menudo la percepción que los chicos y las chicas tienen de si mismos y las transformaciones pueden vivirse con dificultad. La imagen del cuerpo que elaboren puede permanecer toda la vida.
En su interior se mueven pulsiones que buscan la descarga inmediata de las tensiones y la satisfacción instantánea de las apetencias. Si el joven se deja arrastrar por la impulsividad, rápidamente entra en conflicto con los demás y a la vez consigo mismo.
Adolescencia y sexualidad
Una cuestión importante es que la sexualidad se inscribe en un universo muy amplio y rico de relaciones entre las persones, de las cuales la relación física solo es una pequeña parte.

Tendrán que ir diferenciando lo que es esencial para ellos y para la pareja, en el marco de una relación auténtica basada en el respeto y la confianza, y la intimidad sexual como una forma de expresión que han de asumir con responsabilidad.
¿Quién soy? ¿Dónde voy? ¿Qué haré en la vida?
“¿Quién soy?” es una pregunta muy frecuente y una de las tareas más importantes de los adolescentes, aunque la respuesta a esta pregunta no será para siempre y se irá repitiendo durante tota la vida.
La identidad es aquello que te hace diferente y reconocible entre los otros, es fruto del recorrido personal y de las relaciones con las persones mas significativas.
A veces cuesta superar los problemas de formación de la identidad y se toman modelos que proporcionan los ídolos como Michael Jackson, Amy Winehouse o la identidad de un deportista, etc. También, pueden sentir estados de tristeza, angustia, depresión e intentos de suicidio que pueden manifestarse, entre otros, en el consumo de alcohol, de drogas y síntomas como la anorexia y la bulímia.
Además, en este momento de la vida, compleja en si misma porque se debe de afrontar una crisis y también plantearse un proyecto vital, se tiene que producir la necesaria separación de los padres y del entorno familiar.
En la actual situación de nuestra sociedad, caracterizada por la crisis económica, la tecnificación, la masificación...se han roto los esquemas tradicionales y estables como la pareja, la familia o el trabajo. Hoy vivimos en un tiempo de incertidumbre y de precariedad y las instituciones no están preparadas para acoger a los jóvenes hasta más tarde en el mundo laboral. A veces, la frustración les lleva a marginarse o a reaccionar contra el sistema establecido.
Padres e hijos
La diferencia de edad y de experiencia entre padres e hijos acostumbra a ser más grande ahora que antes. Recordar la propia adolescencia para entender algunos aspectos conflictivos puede ir bien: cómo nos sentíamos con nuestro cuerpo, cómo nos colgábamos al teléfono para hablar con la amiga o el novio que acabábamos de ver... Y, seguramente, nos encontraremos más cerca si conseguimos hablar de lo que tiene interés para ellos.
Muchos padres piden que los hijos hagan cosas que ellos no han hecho nunca y que no están dispuestos a hacer. Los hijos pero, acostumbran a hacer mas lo que lo que los padres hacen que no lo que los padres dicen que se tiene que hacer. Nuestra responsabilidad como padre, madre, profesor, profesional es manifestarles compañía, contención, límites firmes pero no arbitrarios, disciplina afectuosa y normas claras, para que, entre otras cosas, puedan oponerse a los adultos y en definitiva tengan donde agarrarse y les permita encontrar el camino del deseo.