A diferencia de otras culturas, donde los ritos de iniciación marcan el paso de niño a adulto y a la vez se les acompaña en este paso, en nuestra sociedad cada uno de los adolescentes tiene que conseguirlo por si mismo.
En la sociedad actual, implicada en un proceso de constante evolución, estamos viviendo cambios fundamentales. En los últimos años los jóvenes siguen estudiando o no encuentran trabajo y viven con los padres más allá de la mayoría de edad.
Aprender a vivir se hace desde el preciso momento en que nacemos, nos vemos enfrentados continuamente al hecho de aprender a vivir y cuando somos niños con poco conocimiento de la vida dependemos de otro que vigila por nosotros y que supuestamente quiere nuestro bien. Y cuando nos vamos haciendo mayores tenemos que ser capaces de inventar en cierta forma la propia vida y no vivirla según nos la han propuesto otros. Es decir, el joven tiene que aprender a decidir y a escoger por si mismo.
La búsqueda de su lugar en el mundo vendrá determinada por el lugar que se le ha dado, y que él ha elegido o no, en el sí de su familia. Por ejemplo, seguir el negocio familiar o aquello que el padre no pudo hacer…
El joven se encuentra en conflicto entre hacerse mayor y la dependencia de los padres, con los que más lazos ha tenido hasta ahora.
Los jóvenes se encuentran en un momento de cambios, tienen que dar salida a muchas cosas y tienen que tomar muchas decisiones, en los estudios, en el trabajo, en el amor, en el sexo…y todo esto quiere decir escoger y asumir compromisos.
Uno de los momentos difíciles son las primeras experiencias amorosas, el chico o la chica lo puede desear y temer a la vez.
Se ponen a prueba: podre, no podre. A veces el temor a no ser capaz, si es vivido como algo insuperable puede provocar la inhibición pero también lo puede precipitar a actuar, a huir hacia adelante y para afirmarse hará y decidirá sin pensar, es decir, actuará sin saber lo que hace, decidirá sin decidir pudiendo ser la manera de huir de la inquietud y el miedo.
Por otro lado cuando se encuentran dificultades sexuales la causa no radica, como a menudo se cree, en una falta de conocimiento de la técnica adecuada, sino en que las inhibiciones impiden desear y amar.