Es un libro para sentir un buen gusto de boca, de lectura amena y estimulante. Una novela fácil de leer que atrae enseguida por su cotidianidad y humanidad. Es el reencuentro de cuatro hermanos, Simon, Garance, Lola i Vincent, que dejan atrás sus obligaciones. Los cuatro han estado siempre muy unidos, pero con el paso de los años, la rutina y el día a día, los ha ido separando poco a poco pero sin llegar a alejarlos. Nada ni nadie ha podido romper esta complicidad, esta conexión, estos lazos que tanto los unen, los sentimientos de fraternidad, las miradas entre hermanos que no necesitan palabras para decirse las cosas.
Este encuentro de los hermanos, sus conversaciones, los recuerdos de la infancia, las diferencias
personales que los separan, las convicciones y comportamientos que los unen, las emociones y lágrimas compartidas, todo está entrelazado de manera divertida y a la vez emotiva.
Aquí tenéis una pequeña muestra de lo que dice Garance: “Lo que estábamos viviendo, y los cuatro éramos conscientes, era de alguna manera un extra. Una prórroga, un paréntesis, un momento de gracia. Unas horas robadas a los demás...¿Durante cuánto tiempo tendríamos suficiente energía para liberarnos así de lo cotidiano y hacer una escapadita? ¿Cuántos permisos nos concedería la vida? ¿Cuántas veces podríamos mandarlo todo? ...
" También una de les razones que une a los hermanos es la crítica del personaje estereotipado de la cuñada, la mujer de Simon, la Carine, una creación muy acertada.
En esta historia acompañamos a los cuatro hermanos en una escapada de la cotidianidad, donde se refugian en los lazos fraternales, antes de retornar a la dura realidad, a la vida del cada día. Vaya, una historia con el punto de sal que te deja un buen sabor.
Anna Gavalda, Seix Barral, 2010.
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