¿Qué es la ansiedad?

La palabra ansiedad se utiliza para describir las reacciones fisiológicas y psicológicas, que se producen ante situaciones de peligro. Tratándose de respuestas anticipatorias internas, que son fundamentalmente la intuición de un peligro, de un acontecimiento desagradable, o de un sentimiento o de una reacción que nos produce malestar, por ejemplo, cuando tenemos una entrevista de trabajo, antes de un examen, etc.

La ansiedad es necesaria para la vida en algunas circunstancias, pues puede proporcionar una ayuda para escapar del peligro o dar una energía mayor para realizar las actividades.

La ansiedad mínima puede ser, y a menudo es útil, porqué actúa como estímulo de la creatividad, de la solución de problemas y de la inventiva, pero también puede paralizar y puede hacerte caer en un estado de ineficacia y de desesperación evitando cosas, por ejemplo ir solo o hablar con la gente.

La incapacidad de afrontar peligros internos y externos, reales o imaginarios puede tener como consecuencia un sentimiento de impotencia, de indefensión, de inadecuación y convertirse en problema ya que se puede hacer muy difícil realizar actividades cotidianas, como conducir el coche o salir de casa, conllevando una disminución de la calidad de vida.

Hay muchos síntomas físicos que se manifiestan en nuestro cuerpo. Surgen como una manera de preparar al cuerpo para hacer frente a una supuesta amenaza. Los síntomas son muy desagradables y algunas veces aparecen sin razón aparente, de manera que las personas pueden pensar que padecen un problema físico grave o que algo terrible va a suceder. También es importante saber que esos síntomas no son peligrosos.

Algunas de las sensaciones que se pueden experimentar pueden ser: palpitaciones, respiración rápida y menos profunda, opresión en el pecho, falta de aliento, sequedad de boca, ahogo, estómago revuelto, mareo, dolor de cabeza, visión borrosa, pitidos en los oídos, tensión en el cuello, hombros tensos, cansancio, sudor excesivo, ganas de ir al baño, tensión muscular, debilidad o temblores, sensación de locura, de muerte inminente…

El cuerpo con sus síntomas habla de lo que no podemos poner en palabras. Si no nos cuestionamos sobre lo que nos pasa y no escuchamos lo que nos dice, “qué hay algo que resolver”, porqué nos cuesta admitir que pueda ser una dolencia psíquica, lo que hacemos es atribuirlo a algo físico: la sensación de mareo al calor o quizás la presión baja, la opresión en el pecho a los nervios, etc.

Si bien, es cierto que en la época actual se vive en un estado de ansiedad, por las presiones de la vida moderna, la incertidumbre, la inestabilidad económica… pero no todos respondemos de la misma manera, cada uno de nosotros respondemos de manera singular. Por ello es importante la oportunidad de que con la palabra situar lo que te pasa y descifrar en tu historia el sentido de los síntomas y el sufrimiento.

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