Esta luminosa y bella ópera prima trata, desde la mirada de la protagonista, una niña de seis años llamada Frida e interpretada espléndidamente por Laia Artigas, como se enfrenta a la muerte de su madre al morir del sida. La misma enfermedad que tres años antes ya se había llevado a su padre, forzándola a dejar su ciudad y a vivir en el campo y en un pueblo de la comarca de la Garrotxa con sus tíos y su prima. Estos pasaron a ser sus padres y hermana adoptivos.
La narración nos permite descubrir el universo de los niños, a través de sus juegos, sus silencios, sus expresiones, recreando situaciones del mundo infantil y del mundo de los adultos.

En la interpretación de las niñas, Laia Artigas y Paula Robles, de seis y cuatro años, la protagonista y su hermana Anna, podemos captar una actuación llena de fuerza, sincera y convincente.
Es un film que observa el mundo a través de los ojos de Frida, su hermana/prima Anna, y Esteve y Marga (magníficos David Verdaguer y Bruna Cusí) haciendo de padres desde la comprensión, el amor y el deseo.
Carla Simón, a pesar de tratar temas tabú, como la muerte y el sida, tiene una sensibilidad especial para expresar sin sensiblería ni exhibicionismo el dolor.
Verano 1993 es un relato íntimo y loable sobre un fragmento de la historia de Carla Simón, y trata un tema que es universal pero al mismo tiempo particular, personal y además rodado en lugares de nuestro país: desde nuestra cultura y durante los años 90.
Carla Simón en una entrevista de La Vanguardia respondió: “Lo que ha demostrado esta película es que el cine, aunque suene muy tópico, no tiene fronteras”. Y añadió la cineasta que “una historia es una historia, sea en el idioma que sea, y cuando trata valores universales llega a la gente”.
También aborda el contraste generacional entre sus abuelos, conservadores y religiosos, y la generación de sus padres que vivieron su vida de tal manera que les conllevo una consecuencia mortal.
En una entrevista en el País Semanal y en el diario Ara, Carla Simón dice como ha llegado a comprender a sus padres biológicos. “De adolescente sí que tuve mi momento de pensar: Esta gente, qué irresponsable. Yo era antidrogas, antitodo, pero ahora no les juzgo. Vivieron la muerte de Franco y querían experimentar, no se conocían las consecuencias. Lo veo como que tuvieron mala suerte, que no eran malas personas. De hecho, mi madre murió en 1993 y en 1994 se introdujeron los retrovirales que han salvado a tanta gente de su generación”.
Es sublime la capacidad de aceptación de Carla Simón y hay que resaltar su saber hacer como cineasta, así como, el dedicar esta, su primera película, a su “primera madre” con tanta delicadeza, amor y ternura.
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