El estrés

El estrés describe la expresión de presión en las personas, revestida de cierta patología como tensión, nerviosismo, irritabilidad, reducción del deseo y de la capacidad sexual… siendo una de las manifestaciones de nuestra vida moderna. Frecuentemente hipotecamos el presente con la idea de vivir un mañana mejor. El estímulo de superarnos en sí es oportuno, pero sí es excesivo puede ocasionar justamente lo contrario y puede llegar a bloquearnos.

La competitividad forma parte de la dinámica de nuestra sociedad y nos arrastra con frecuencia a huir hacia adelante para conseguir un estatus mejor o para mantener el actual.

Invertir en un futuro incierto, sacrificando el presente, se nos lleva a menudo nuestra oportunidad de ser nosotros mismos y de tener nuestra identidad de sujetos, originales y diferenciados de los otros pese a las circunstancias y situaciones generadoras de estrés. Algunas manifestaciones para identificar el estrés:
Consciencia de tensión. El sujeto bajo condiciones de estrés acostumbra a ser consciente de que se encuentra tenso, nervioso, con poca capacidad de control, sintiéndose inseguro. Hipersensible a la frustración y poco sensible a la gratificación.

Bajo rendimiento. Se cometen más errores y se reacciona de forma más agresiva frente a las frustraciones.

Falta de tiempo libre. No puede disponer de un tiempo libre y de ocio.

Reducción de la motivación. Tiene dificultad para conectarse emocionalmente con sus motivaciones y deseos.

Tendencia a generar enfermedades y/o trastornos psicosomáticos. La tensión afectará principalmente a aquellos órganos más sensibles o más debilitados.

Reducción del deseo y de la capacidad sexual. Disminuirá su interés por la relación sexual.

Pesar por las responsabilidades y obligaciones. Se siente atrapado por sus deberes, sin valorar sus posibilidades ni encontrar alternativas.

Ambivalencia frente al factor tiempo. Tiende a sentir que no tiene tiempo, que “no llega” para realizar sus tareas. Y cuando tiene tiempo para descansar busca para hacer alguna actividad.

Pérdida del rol de sujeto y asunción del rol de objeto. Siente que ha perdido su protagonismo y asume una posición más de objeto que de sujeto con posibilidades de elegir y decidir.

Frecuentes trastornos del sueño. Dificultad para desconectarse, afectando al ritmo, amplitud e intensidad del sueño.

Cada sujeto tiene su manera de reaccionar ante las exigencias del entorno, dependiendo de su biografía y su situación actual en el contexto biopsicosocial. Es decir, no sólo existe la presencia de factores externos generadores de estrés, sino que también contribuye la propia percepción y vivencia particular de cada situación. Por tanto, al conocer y comprender la dinámica del propio funcionamiento personal promueve la posibilidad de realizar cambios.

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